sábado, 22 de agosto de 2009

"El Misterioso chico de la Máscara"

Nota: Este relato está ambientado en la época moderna, antes de que se desatara la conocida "Revolución Francesa". Cualquier coincidencia con la realidad o con algo, es producto del inconciente colectivo.

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Estaba junto a un guardaespalda y mis consortes paseando por un lago, en un bote. De pronto se me ocurre pedir que se estacione en un islote que había ahí, en donde se veía una casa bastante grande y bien cuidada.
- ¿Sabe de quién es esta casa? – pregunté a mi guardaespalda mientras decidí avanzar hacia el islote.
- Creo que es la casa de descanso del capitán de la guardia de palacio.
- ¿Y el capitán tiene una casa tan grande y bonita aquí?
- Según lo que sé, es de él.
- Vamos a ver – dije y mis consortes me siguieron.
- Pero madmoiselle…
- Usted quédese en el bote y nos espera – dije con voz de mando. Y nos adentramos en el patio de aquella casa misteriosa.
El patio era amplio, habían unos árboles y bajo ellos unas hamacas y también unas sillas junto a una mesa como para tomar el té una tarde. Me pareció muy delicado el orden y los muebles. Detrás había un pequeño portón que daba paso a una pequeña playa.
- Es precioso! – dijo una de las consortes.
- Vayan si quieren – dije – quiero ver si hay alguien en casa.
Ellas bajaron a la playa. Yo vi si podía entrar a la casa.
La puerta que daba hacia el patio estaba abierta, por lo que giré la manija y entré.
Era una casa bien cuidada, con muebles finos, me parecía muy extraño por qué un capitán de la guardia se daba todos esos lujos. Recorrí la planta baja de la casa mirando cada detalle ahí, parecía que no había nadie. Al final de un pasillo se llegaba a la sala de estar. Cuando iba hacia allá alguien me habló.
- ¿Qué haces aquí? ¿Quién eres? – era una voz masculina.
Me di vuelta a ver quien era, asustada y con el corazón acelerado. Era un chico de pelo rizado, castaño, alto y esbelto, lo quedé mirando sin emitir ni una palabra.
- ¿Quién eres? – volvió a preguntar bajando las escaleras.
- Soy… Daphne – me limité a decirle mi nombre, pues no sabía quién era él.
Su rostro lo tenía cubierto con una máscara como esas que se usaban para los bailes de máscaras.
- ¿Qué haces aquí Daphne? – me preguntó muy tranquilo acercándose a mí.
- Estaba dando un paseo y vi la casa y entré, perdón no sabía que había alguien – su voz me hacía sentir pequeña.
- Bueno, está bien, creí que mi tío te había traído de visita – dijo él.
- ¿Quién es tu tío? Perdón pero tú nombre es…
- Mi tío es el capitán de la guardia de Palacio, y yo me llamo Francisco – dijo tomando mi mano y besándomela.
- Mucho gusto – dije sonrojada.
Aquel personaje detrás de esa máscara me tenía intrigada.
- ¿Por qué la máscara? – pregunté de pronto y sin rodeos.
- Una larga historia.
- Quiero oírla – dije ansiosa y al oír lo que había dicho me tapé la boca.
- No la puedes oír por ahora – dijo él riéndose.
- Bueno, creo que mejor me voy – dije volteándome para regresarme por donde entré.
- ¿Y te vas a ir así tan rápido? – preguntó él sujetándome de un brazo.
- Es mejor que me vaya, mi madre debe estar preocupada que no he regresado – dije tratando de ver sus ojos, parecían ser celestes.
- Quédate un momento más – dijo tomándome de la cintura y acercándose peligrosamente a mí.
No sabía que hacer, pero me sentía hipnotizada por esos ojos y esa voz misteriosa.
- Me gustaría ver tu rostro – dije.
- No debes – dijo.
- Quisiera besarte – dije.
Aunque no sabía bien por qué decía esas cosas, si apenas lo conocía.
- Yo también – dijo – cierra los ojos y promete no abrirlos.
- Está bien – dije confiando en él.
Se quitó la máscara y me besó los labios. Sus labios tibios me besaban de una manera tan dulce, como algo que jamás hubiese experimentado.
Se volteó y se colocó rápidamente la máscara.
- Nunca olvidaré eso – dije – debo irme.
Tomó mi mano por última vez y salí de la casa sonriente.
Llamé a las consortes que aún estaban en la playa. Y nos regresamos al bote en donde estaba mi guardaespaldas y el criado que nos llevaba en el bote.
Desde dentro de la casa, él miraba lo que hacíamos, hasta que nos alejamos de ese paraje.


Espero que les haya gustado...

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