viernes, 22 de noviembre de 2013

Dafne y el bosque

En un bosque se ve un halo de luz, una mujer caminaba como perdida entre medio de los árboles como buscando algo, aunque parecía que danzaba entre medio de los árboles. Se sentía libre y protegida. Se sentía frágil y misteriosa, a la vez se sentía poderosa y conectada con la madre tierra. Observaba los animales corriendo por el bosque, en busca de su comida, escuchaba los pájaros emprendiendo vuelo, cantando. Mariposas a su alrededor. Observa las hojas caer y las flores florecer y abrirse a saludar al dios sol. Saludando un nuevo día, un nuevo amanecer. La noche se ha ido y se han alejado temores, fantasmas y miedos. Se abre una nueva puerta, un camino, a un día que comienza, a un ciclo que empieza. Sonrie, respira, abre los ojos, el corazón late. Se siente viva, ya no es prisonera, ya no tiene que luchar, ya no tiene que temer ser quien es. Puede mirar el tiempo pasar, la lluvia caer, las nubes pasar y ella seguirá sintiendo esa felicidad, esa tranquilidad, esa serenidad que aprendió a tener. Ahora camina con calma, con alegría, en soledad, pero tranquila. Sabe que ha pasado por un camino largo, por puentes y precipicios, ha enfrentado dragones y ha entrado al castillo. Ha salido de prisión y se ha perdido en el bosque. Sus pies caminaron por playas y bordes costeros. Se ha lavado en ríos y ha nadado en lagos. Ha conocido el infierno y el cielo. Ha recibido amor y cariño, y también odio y desdén. Sabe lo que es no tener casa y haber dormido bajo la lluvia, pero también sabe lo que es tener un tesoro dentro de ella, y aprender a quererse y aceptarse a sí misma.

(Esto surgió a partir de un ejercicio de escritura automática realizado en clases. Ahora al transcribirlo fue editado, pero sólo respecto de las comas y puntos).

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